Era una velada muy
agradable, recientemente había sido
presentado a una encantadora familia en una de las ciudades más grandes del
mundo; la ciudad de México.
Mi edad… unos dieciocho o diecinueve años… a finales
de la década de los 70’s. El jefe de la Familia
un respetable señor que aparentaba unos cincuenta años pronto sería uno de mis
mejores amigos y por que no un segundo padre, inició su relato acerca de su
gran afición; la escalada en roca.
Describía con impactante realismo
cada detalle de alguna de sus múltiples aventuras en las montañas, el esfuerzo
llevado al límite de la resistencia humana, el vértigo de las alturas,
sostenerse de pequeñas salientes donde apenas pueden apoyarse las yemas de los
dedos la perfecta coordinación para ascender por paredes de roca casi
verticales y lisas, con el miedo como compañero inseparable, pero con el
suficiente control de emociones para tomar las mejores decisiones durante cada
centímetro de ascenso. Siempre con el
riesgo inminente de caer a una muerte segura.
Solo el escuchar su relato me provocaba mucho nerviosismo mis manos
estaban frías y sudaban estaba “enganchado” sabia que me atraía de manera
irresistible ese deporte extremo y terminaría practicándolo.
La oportunidad surgió en la misma
plática ese fin de semana viajarían a Pachuca Hidalgo él y dos compañeros
estarían escalando la roca llamada “Los Frailes”, subirían por una ruta ya
conocida por mi amigo y que me describió ampliamente al invitarme a participar
respondí que los acompañaría pues siempre me gustado la aventura, dejando muy
claro que yo los esperaría abajo, al pie de la montaña y de ninguna manera
intentaría escalar. Dentro de mí sabia que aquello me llamaba mucho la atención
y que tarde o temprano lo estaría intentando.
Se llegó el día salimos del DF en
un viejo Volkswagen rumbo a Pachuca Hidalgo, los cuatro; “Cisco” quién tenía más experiencia tanto en escalada en roca
como en alta montaña, él sería el puntero, “Luigi” otro escalador con
suficiente experiencia quién serraría la acordada y mi veterano amigo “Criss” quién
en sus planes iría delante de mi para cuidar de mi seguridad mientras yo seria
el tercero en la acordada.
Llegamos a San José Tepenene un
pequeño poblado al pie de una montaña que servía de base a los monolitos
llamados los frailes, el mas alto tiene unos 70 metros de la base a la cima. La
montaña se localiza a los 40 grados 13 min. 40.28 seg. Lat. N y 98 grad. 51
min. 18.71 seg. Long. O. con una altura de unos 2800 m sobre el nivel del mar según
Google Earth nuestro agradecimiento a los autores de estas fotos, publicadas
ahí mismo.
De San José a la base de los
Frailes había que ascender por un camino de terracería de unos doce kilómetros, aquí debo aclarar
que yo no era un deportista y no practicaba más que una ocasional “cascara” de
Fut Bol por lo que no tenia condición física ¿a que viene esto? Pues a que fue
necesario empujar el viejo Volkswagen entre tres para que pudiera subir hasta
la cima así que llegamos agotados, al menos yo estaba “acabado” y la escalada
no había iniciado, descansamos un poco mientras se preparaba el equipo; las
cuerdas de nylon y los mosquetones entre otros.
Conforme nos acercábamos a la
roca se veía más impresionante, yo solo podía maravillarme el primer trayecto de
ascenso era una “chimenea” una separación de un metro en promedio entre los dos
monolitos y una altura de unos 20 metros vi a Cisco ascender con gran facilidad
escalando entre las dos paredes, Criss me enseñó una técnica que consistía en
apoyar la espalda a una pared y a la otra ambos pies así se veía muy fácil
subir y lo era, subí disfrutando de esas emociones mientras Criss recogía la
cuerda atada a mi arnés, si yo caía el debería detenerme. Solo al terminar este
trayecto a 20 m. de altura al superar una saliente llamada el “caballo” estuve
consiente de la altura y sentí vértigo por primera ocasión y claro miedo
también.
Superado este primer obstáculo
había un pequeño espacio donde pudimos descansar y apreciar la vista aérea de
esa zona de Pachuca pero ante nosotros más imponente que nunca teníamos la parte
mas alargada de la roca que intentaríamos subir “El Canalón” era como una
resbaladilla casi totalmente liza y casi vertical en su totalidad me quedé
extasiado mirándola y me dije; “Quién sea capaz de subir por aquí, es una
persona excepcional”. Y yo me declaraba incompetente para tal hazaña, me
impresionó más ver a Cisco casi pálido y en tensión previo al ascenso, él como
puntero tenía el mayor riesgo y lo que iba a intentar no era un paseo.
Anudó la cuerda alpina de nilón a
su harnees, tomó suficientes mosquetones y otro equipo e inició el asenso,
escalábamos al estilo antiguo y cada tanto había unas argollas clavadas a la
roca (hoy en día se utilizan “nueces” y otros recursos con el objetivo de no alterar
la pared) al llegar a la argolla enganchaba un mosquetón y pasaba la cuerda por
este y continuaba subiendo, así si caía, Criss abajo debería sostener la cuerda
y frenar su desplome. Cisco terminó de subir el canalón, debió haberse atado a
alguna roca para ahora él asegurar a Criss o sea sostener la cuerda si este
caía. Se reunieron los dos al final del canalón en un pequeño espacio solo unos
momentos Cisco siguió escalando hacia otro punto previo al ataque de la cima
Criss me arrojó la cuerda y me gritó que yo seguía, pues desde donde estaba no
nos podíamos ver.
¡Víctor tu sigues! ¡Amarra la
cuerda a tu harness! - Le respondí; ¡Ni
madreeesss!
¡Vamos inténtalo, siquiera! - ¡No
yo aquí los espero! - ¡Solo sube un poco!
No tuvieron que insistir mucho, en
unos minutos ya estaba ascendiendo por el canalón, mi concentración era total
buscando con mucho cuidado las pequeñas salientes de la roca donde me tenia que
sostener, mi meta; ni un solo error no creía del todo que Criss frenara mi
caída en caso de que eso ocurriera, simplemente no quería caer de ninguna
manera, estaba en una especie de trance y sus gritos me guiaban ¡si puedes!...
¡Un poco más!... ¡Conserva siempre tres puntos de apoyo!… ¡Que tus pies hagan
el mayor esfuerzo, no tus brazos!...¡Que me vas a heredar!... ¡Puedes quedarte
con mis deudas!.. (El mexicano hace bromas en cualquier situación)… ¡No veas
hacia abajo!... Y en efecto ver el abismo, sosteniéndome solo con las yemas de
mis dedos y la punta de mis tenis de diminutas salientes de roca y ya muy
cansado era en verdad terrorífico. Cris ya me había explicado todo eso, si te
dejas llevar por el pánico estás perdido tienes que controlarte y no rendirte
¡Nunca!
No se cuanto duré ascendiendo, me
pareció una eternidad el dolor muscular era insoportable por momentos mi mente
tendía a evadirse no podía estar enfrentando tal situación ver hacia abajo me
reubicaba de nuevo en esa critica realidad regresar no era opción, si al
ascender no se ven las salientes hacia abajo mucho menos, solo quedaba subir y
hacerlo pronto. Me encontraba en la parte final del canalón ya a unos 5 metros
de Criss era la parte más difícil muy vertical y muy lisa. No se como pero
finalmente llegué, solo había una pequeña saliente donde nos podíamos sentar y
una roca con superficie no mayor a un metro cuadrado donde me recosté a
descansar un poco pero ni por un instante podía sentirme seguro, el paisaje era
como si miraras de un avión.
Luigi pronto nos alcanzó, sentí
que habíamos realizado una proeza pero enseguida enfrentaríamos la parte más
difícil habríamos de escalar hacia el
lado Este para luego subir los tres o cinco metros más complicados después de
eso ya estaba cerca la cima y era más fácil de acceder.
Permitieron que yo decidiera si
continuaría hasta la cumbre, Cisco a duras penas superó la parte más difícil y
ya nos esperaba cerca de la cumbre asegurado a unas salientes, el deseo de
estar en la cumbre se apoderó de mi y decidí intentarlo escalé horizontalmente
hasta la base de ese tramo que le da el tercer grado superior de dificultad a
Los Frailes, me esperaba Criss y enseguida se reunió con nosotros Luigi, harían
todo lo posible porque yo pudiera subir sin sufrir un accidente… y allá voy
apenas empecé a subir me di cuenta que aquello era demasiado estaba ahí colgado
de las yemas de los dedos y de los bordes de mis tenis de pequeñas salientes de
roca, que yo veía ya completamente lisa no había más de donde sostenerse,
faltaba poco casi alcanzaba la mano de Cisco ¡vamos un poco más! Me gritaba y
todos me animaban. Pero mi cuerpo ya estaba agotado, sentía mis brazos y
piernas como hilachos que ya no me sostendrían más el dolor se extendía por mis
brazos y piernas que temblaban por el esfuerzo, todo eso era insoportable no se
cuanto tiempo estuve luchando por un momento me rendí, todo estaba perdido… al
ver los rostros de terror de mis compañeros comprendí que estaba provocando una
tragedia que podría terminar con cuatro muertes Criss y Luigi escalaron y me
ayudaron a apoyar los pies, ¡casi me estaban cargando! Al hacer eso ellos se
estaban exponiendo demasiado muchos pensamientos negativos se apoderaron de mi,
miré hacia abajo solo para tener idea de donde caería por ese lado había como
cien metros de precipicio los pinos se veían diminutos y muchas rocas seguro me
haría pedazos, me invadió una enorme tristeza… “ya, me voy a soltar y dejaré de
sentir este dolor…” (Solo después Luigi me confesó que había tenido ese mismo
pensamiento) “todo acabará rápido”, visualicé a mis padres y cuanto sufrirían
con mi muerte… mis hijos ya no nacerían…
Esa última idea fue terrible y
disparó algo dentro de mí, si mi cuerpo estaba agotado mi voluntad reaccionó,
pensé; ¡vamos puedo resistir mucho más aunque estas manos se desgarren y mis
músculos revienten! ¡No voy a caer! ¡el dolor no es nada!...
Y tomé la decisión que consideré
más segura para todos
¡Ayúdenme voy a bajar!
-¡No, tienes que subir solo un
poco mas, sería muy peligroso que te regreses!
¡Agarrense bién! Bajé esos tres
metros pisando sobre sus hombros y piernas hasta la pequeña cornisa donde me
pude parar, ¡voy hasta el canalón ahí los voy a esperar!
¡No hagas eso, desde aquí no
podemos asegurarte, no tenemos buen anclaje y es mucha distancia la cuerda no
resistiría!
Ya no pensé más solo estaba
actuando, así que regresé escalando de manera horizontal hasta la saliente del
canalón, era una locura pero para mi era la única salida, me liberé de la
cuerda guía me recosté abrazado de la roca que mencioné anteriormente y pude
descansar… relativamente, todo me daba vueltas les grité ¡pueden continuar aquí
los espero!
Los tres alcanzaron la cumbre
donde está empotrada una cruz de hierro, por lo que la escalada fue un éxito,
es suficiente con que uno de los elementos llegue a la cumbre para considerarse
un éxito de ese trabajo en equipo. Uno a uno bajaron a rapel donde yo me
encontraba, recoger la cuerda y luego mi turno de bajar ¡más emociones! Bajar
por la cuerda anclada de un extremo sostenido solo por la fricción de esta con
un mosquetón sujeto a tu harness por medio del “nudo mexicano” mismo que ha
cobrado muchas vidas, lo difícil dar el primer paso al vació, luego descender
con mucha concentración regulando la fricción entre el la cuerda y el
mosquetón.
Ya en tierra firme por así
decirlo, todo eran bromas y risas… y también arriba, -bueno la próxima semana
iremos a piedras cargadas. ¡Pues váyanse Ustedes yo para nada! Les dije.
La verdad es que a los ocho días
ya estaba escalando de nuevo, hice ahí grandes amigos, alpinistas profesionales
entre ellos, llegue a las cumbres más altas de México, Cisco ese año escalo El Aconcagua,
Mis instructores escalaron El Canchenyunga en Nepal donde un compañero perdió
la vida, hice locuras como escalar sin ninguna protección, entrené de manera
formal con profesionales, luego abandoné la escalada y me orienté a la
exploración. Y podría escribir un libro
de todas esas vivencias.
¿Pero que hace aquí este relato,
en un blog de fenómenos paranormales? Bien, al día siguiente después de
ocurrido este relato, recibí una llamada telefónica de mi mamá estaba muy
preocupada me había soñado gravemente enfermo me veía postrado, describió al
doctor que luchaba por mi vida su melena rizada y demás características físicas
¡era la descripción exacta de Cisco! La imagen que yo tenía grabada de el
tendiéndome la mano y tratando de alcanzarme, su descripción fue fotográfica
aunque adaptada a una escena de hospital ¡estábamos a más de mil kilómetros de
distancia! Y ella no conocía a ninguno de mis compañeros. Me costo trabajo convencerla de que todo
estaba bien.
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