Me remonto apenas unos seis años atrás,
no llevo ningún orden cronológico para relatar estas experiencias, me estoy
saltando otras de juventud que todavía no he decidido publicar, tal ves pronto
lo haga, este blog me va llevando y cuando creo que ya conté todas esas vivenciencias
llegan otras a mi memoria que son cosas que a todo mundo le ocurren solo hay
que poner atención: Hay energías más sutiles de lo que nuestros sentidos e
instrumentos pueden captar y es igual para todos, cuantas veces Usted voltea de
manera automática y sus ojos se fijan en alguien que le estaba observando o el
caso opuesto Usted observa a una persona y esta parece sentir su mirada al voltear
y verle a los ojos. De ninguna manera
quiero caer en la superstición pues creo que todo nuestro desarrollo se debe a
la aplicación del método científico una herramienta que se perfecciona a si
misma, en otra entrada comentaré mi opinión al respecto entre ciencia y fenómenos
sin explicación.
Me encontraba en casa de mis
padres exactamente en el mismo lugar donde ocurre lo narrado en “premonición” estaba
parado frente a un espejo peinándome, en unos momentos tomaría un camión para
viajar hasta lo más profundo de la sierra lo que me tenia nervioso ya que esto
siempre será un viaje de alto riesgo, por
lo escarpado de las montañas, caminos en mal estado al borde de un precipicio y
otros factores que no quiero mencionar.
Antes de continuar quiero
mencionar que en este ambiente rural de la sierra madre occidental mexicana,
por lo menos en tiempos de mi niñez y juventud había una broma que iba muy bien
con este medio; cuando estabas distraído llegaba el bromista a tus espaldas te
apretaba una pantorrilla imitando al mismo tiempo el ladrido de un perro las
reacciones eran diversas del enojo al susto pero siempre provocaban risas.
Pues bien yo estoy preocupado, peinándome
¡y alguien me hace esta broma! Me toman
de una pantorrilla aunque sin hacer ruido, mi reacción es instantánea y de
mucho coraje así que giré al tiempo que tiraba un golpe… ¡Ho! Sorpresa mi golpe abanicó el aire, en esa
habitación no había nadie más, rápido observé por las dos puertas de acceso
nada, nadie,… ¿Cómo ocurrió esto me pregunte? No tenía ninguna duda de que
alguien me había agarrado la pantorrilla, pero luego reflexioné la idea anterior no era necesariamente así; de
lo que estaba seguro era que había tenido la sensación de que alguien me había agarrado,
una sensación que podía haberse gestado simplemente en mi cerebro, un prodigio
de la memoria, luego recordé como las personas amputadas en ocasiones tienen sensaciones
en su miembro ya inexistente.
Fue suficiente con razonar así y
ya no le di mayor importancia, aunque la primera impresión fue terrible,
continué con mis planes hice ese viaje y todo salió bien. Por cierto vale la
pena ese viaje hay una gran belleza en estas montañas, sus ríos y arroyos, su
gente.
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